Una celebración de la hermandad interreligiosa, de los milagros, la alegría y lo posible se llevó a cabo con la fiesta judía de las luces o Janucá, ayer 10 de Diciembre en el Centro Israelita de Monterrey.
Celebrada durante ocho días, la fiesta conmemora la derrota de los helenos y recuperación de la independencia judía por los Macabeos.
Dice la historia que Antioco IV, emperador sirio que conquistó gran parte del Medio Oriente, prohibió en la antigua Judea la práctica religiosa; evitó que el pueblo judío mantuviera sus costumbres y lo obligó a que adoptara las que él imponía.
Matatías, sacerdotede Modiín, y sus cinco hijos, organizaron una rebelión; se ocultaron en las colinas, en donde reunieron un pequeño ejército, nombrándose a sí mismos macabeos. Después de tres años de lucha, el día 25 del Kislev vencieron al ejército de Antioco IV.
En el Templo de Jerusalén limpiaron todo rastro de la cultura invasora; trataron de prender el candelabro o Menorá de siete brazos que siempre mantenía encendido.
Buscaron aceite de oliva puro; en un rincón del templo encontraron un pequeño jarrito con aceite para mantener encendido el candelabro por un día; sin embargo, la Menorá permaneció encendida ocho días.
Debido a eso, la fiesta de Janucá se celebra por ese mismo periodo, a manera de recuerdo del milagro ocurrido y la liberación del pueblo judío.
Estuvo presente en ésta fiesta de las Luces el Director de DEDIIRCEC Pbro. Mario Escalera Villanueva en representación de Mons. Rogelio Cabrera, Arzobispo de Monterrey.
Janucá es una fiesta de alegría, luz y amor.
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