Historias de convivencia entre religiones. Viaje a Turquía, en donde los fieles de diferentes credos tienen buenas relaciones. Hablan el arzobispo Lorenzo Piretto y el profesor Ismail Ta?pinar, que tradujo al turco la Encíclica «Fides et ratio»
«Estoy convencido de que Turquía, un país al que estoy estrechamente vinculado y en el que siempre me he encontrado bien, constituye un ‘unicum’ en el mundo islámico». Con estas palabras comienza a describir la propia experiencia el padre Lorenzo Piretto, arzobispo de Esmirna desde 2015. Es un dominico de 74 años que ha vivido durante tres décadas en Estambul, donde fue vicario episcopal y profesor de la Universidad de Mármara; antes enseñó italiano en la Facultad de materias técnicas y después latín en la Facultad de Teología islámica. «Desgraciadamente en Turquía la Iglesia no tiene reconocimiento jurídico y esto implica dificultades y limitaciones que no hay que descuidar», explicó. «Además persiste el temor del proselitismo, aunque los católicos no hayan caído nunca en esta tentación y siempre hayan mostrado gran respeto por la fe ajena. Sin embargo, la libertad religiosa es garantizada por la Constitución y siempre se ha garantizado la posibilidad de discutir temas que, por ejemplo, en otros países musulmanes habría sido imposible afrontar, como el laicismo del estado, la relación entre la religión y la modernidad, los aspectos auténticamente inmutables del Isla. Además, no se prevén ni obstáculos ni sanciones en los casos de conversión al cristianismo, aunque, como es fácil imaginarse, se trata de eventos que suceden en la discreción, pero no son raros. También en este momento histórico, delicado para Turquía, me parece apreciar en el mundo islámico local algunas aperturas interesantes y prometedoras hacia nosotros».
Esmirna, ciudad muy abierta
El territorio de la diócesis incluye a la poblada ciudad de Esmirna (con 4 millones de habitantes) y varias localidades de la costa. En conjunto, los fieles son alrededor de 15000, presentes desde hace bastante tiempo y bien insertados, pues no pocos ocupan puestos de relieve en diferentes sectores. «Las relaciones entre católicos y musulmanes generalmente son buenas: hay respeto, consideración e incluso sincera amistad», observó el padre Piretto: «lo mismo con las autoridades civiles y religiosas, hay relaciones cordiales. Nunca he tenido problemas. Todos nosotros deseamos ofrecer un testimonio genuino de fe, sin ostentar pero con la valentía de nuestro apego al Señor».
En la diócesis se llevan a cabo toas las actividades en las que están comprometidas las comunidades cristianas en el mundo: desde cursos de catequismo hasta cursos pre-matrimoniales, pasando por las celebraciones eucarísticas cotidianas. «Una peculiaridad de nuestra diócesis —prosiguió el padre Piretto— es el conspicuo número de matrimonios interreligiosos: cristianos y musulmanes frecuentan las mismas escuelas, crecen juntos y, por lo tanto, sucede que se enamoren y deseen formar una familia. A menudo celebro estas uniones y hasta el bautismo de los niños que tienen un padre musulmán. No es raro que los pequeños, ya crecidos, vayan a los cursos de catecismo. Esmirna es una ciudad particularmente abierta, y, en cierto sentido, única en Turquía».
Los estudiantes de Estambul?
El padre Piretto conserva un recuerdo muy positivo de sus años en Estambul: «Conocí a personas serias, honestas, capaces de una vida espiritual intensa. Enseñar durante trece años en la Facultad Teológica fue una experiencia muy estimulante: fue recibido con gentileza, hicieron que me sintiera en familia. Con algunos profesores musulmanes organicé encuentros interreligiosos de gran interés». Sus estudiantes, todos musulmanes, estaban estudiando la licenciatura o el doctorado en teología,; algunos ya predicaban en las mezquitas. «Eran chicos abiertos, intelectualmente curiosos y vivaces, y con algunos de ellos todavía estoy en contacto», prosiguió. «Hay que decir que mediante la enseñanza cayeron muchos de los prejuicios que tenía cuando llegué a este país».
El profesor musulmán
Entre los estudiantes del padre Piretto estaba Ismail Ta?pinar, musulmán, que en la actualidad tiene 47 años, está casado, tiene dos hijas y enseña Historia de las Religiones en la Facultad de Teología de la Universidad de Mármara. «Aprecio del padre Lorenzo —dijo— tanto las competencias en materias teológicas como el compromiso generoso en la enseñanza del latín y en el campo interreligioso. Todavía ahora en la universidad organizamos encuentros y talleres en los que participan juntos estudiantes cristianos y musulmanes: todos se muestran muy interesados y dan valor a estas citas. Me he dado cuenta de que al final de los encuentros los chicos se intercambian direcciones de correo electrónico para escribirse y continuar dialogando entre ellos».
Los cristianos en Turquía
También en la cuidad de Estambul la convivencia entre cristianos y musulmanes es buena, subrayó el profesor: «Los cristianos se muestran gentiles y colaborativos. Si me preguntaran qué pueden ofrecer a nuestro país, respondería que lo esencial es que sientan como propios la cultura, los valores y los problemas de la nación turca, y que la ayuden a crecer y a desarrollarse». Al respecto, el padre Piretto añadió: «La inculturación es fundamental. En el pasado se nos consideraba una Iglesia extranjera, sobre todo porque tanto los religiosos como los fieles eran todos extranjeros; hoy, en cambio, somos percibidos como una Iglesia local. Fue un paso significativo, determinado por varios factores: por ejemplo la introducción del uso de la lengua turca, con la que hemos comenzado a oficiar regularmente algunas celebraciones».
Colaboración fecunda
El padre Piretto se dijo convencido de que las personas auténticamente religiosas (cristianas y musulmanas) que colaboran entre sí pueden ofrecer un testimonio de valor incomparable: «pueden afirmar y demostrar que Dios es Amor y que quiere la paz entre los hombres, que todos son Sus hijos. No puede existir un dios de la guerra y del odio: es un contrasentido. Las personas sinceramente religiosas deben afirmar en voz alta que existe un solo Dios del Amor y de la Vida».
La Encíclica «Fides et ratio»
Por su parte, el profesor Ta?pinar, que tradujo la Carta Encíclica «Fines et ratio» de san Juan Pablo II, afirmó: «Trabajando en esta encíclica me dí cuenta de que la teología cristiana afronta temas y preguntas que afrontan también los teólogos musulmanes, es decir, por ejemplo: cómo transmitir la fe en Dios al pueblo, qué son la fe y la razón y cuál es la relación entre ellas. Vivimos en un tiempo dominado por el materialismo, que ha dejado a un lado los valores espirituales y que no tiene una visión que abra a la dimensión de lo trascendente. Creo que los problemas del hombre moderno son justamente la falta de espiritualidad, la falta de un horizonte metafísico, la incapacidad de dar sentido a la existencia. Creo que las personas que son sinceramente creyentes, que trabajan juntas, pueden demostrarle al hombre moderno que las religiones no son enemigas entre sí, sino que operan por el bien de toda la humanidad».
(Vatican Inisder, lastampa.it)