NORMAS DIRECTIVAS PARA EL DIALOGO PRIVADO

privado El diálogo « privado», es decir, para aquellas reuniones espontáneas o de mutuo acuerdo y reservadas a personas o grupos privados, no se puede dar más norma que el hacer uso de la prudencia y de la benevolencia, cuya propiedad es regular todos los actos verdaderamente humanos y cristianamente dignos. Sin embargo parece aconsejable proponer lo siguiente:

1. Para entablar un diálogo, fructuoso en todos sus aspectos, se requiere conocer bien antes el tema de discusión; debe conocerse no sólo la sentencia del interlocutor, sino también y sobre todo la doctrina cristiana referente a la cuestión.

2. Si el cristiano no se siente debidamente preparado, acuda a un perito o remítale su interlocutor.

3. Adviértase la grave obligación moral, no sea que alguno, seducido por un fácil «irenismo» o «sincretismo», abandone el verdadero depósito de la fe o ponga en crisis la propia.

4. No debe desestimarse el conveniente testimonio de integridad de vida y de fe para dar eficacia al encuentro.

(Diálogo con los no creyentes: Del Documento del Secretariado para los no creyentes para promover y orientar rectamente el diálogo entre los creyentes y los no creyentes, teniendo en cuenta la naturaleza propia del diálogo)